viernes, 3 de agosto de 2012

Derrame

Un instante. Un rayo. Una eternidad. La lógica se derrama y desordena al sonido. La lucecita del patio lanza alfileres. No responde el movimiento. El puto movimiento. Recorre la vida en ese perpetuo segundo. En ese movimiento pleno de inmovilidad. Se derrapa en la cama. Se llora. Se mea. Se detiene para siempre en martes de madrugada. De amaneceres de martes desamanecidos. De dientes apretados. De frustraciones. De risas mordidas. De besos omitidos. De te quieros atardecidos. Tiene muerta la izquierda. La cara izquierda. El guiño y la sonrisa izquierda. La pierna y el brazo. A penas lo avergüenza la meada todavía caliente. Toda su vida desvivida, en el preciso instante que sangrò.

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