jueves, 31 de marzo de 2011

Martirimonio
éramos incompatibles a pesar de todos los años que estuvimos juntos básicamente cuidando la crianza pero si me preguntás porqué me quedé tanto tiempo escuchando el sonido de las ojotas que se acercaban agresivas mientras yo para evitar todo tipo de contacto jugaba al laberinto y me escurría hacia otro lado de la casa salvo cuando el azar nos ponía uno frente al otro entablándose algún tipo de monólogo sin mi intervención que se asemejaba más a una agenda de vencimientos porque el tema era si pagué esto si me acordé de aquello y odiaba cuando su don de adivinación acertaba con el instante donde me daban ganas de mear y de la otra punta de la casa el grito de levantá la tabla se hacia escuchar por todo el barrio aunque yo reprimía mi desagrado cuando previo a ducharme debía encargarme de colgar en otro lugar sus bombachas que reposaban en las canillas para secarse así que todo era conflictivo donde no quedaban excluidos los niños porque si Pedro le había revoleado una piedra en la cabeza al director del colegio o si Juan de un pelotazo le había volado la dentadura a mi suegra con budín incluido pasaban a ser una especie de forajidos mientras yo defendía que eran cosas de chicos ni tampoco debiera hacer referencia al sexo que se ausentaba de mi hogar por largas temporadas ya que tantas eran las variables de la polinómica que debía darse para que eso ocurriese partiendo de que ningún niño estuviera enfermo ni haberse ella peleado con alguna de sus hermanas y que la madre no hubiera tenido una recaída en su disparatado historial de múltiples síntomas contradictorios además de estar de buen ánimo alejada ciertamente varios días de esos días y que ningún ingrediente apareciera de improviso como esa mañana que prácticamente la había persuadido y luego de repasar todas las variables que confluían favorablemente sacó de la galera otra paloma ya que se le atormentó el cerebro con la idea de que las bestias iban a despertarse y no teníamos las tres docenas de facturas que saciarían su hambre al iniciar la jornada debiendo yo postergar mi deseo y bajar las escaleras para buscar la agenda que nunca se encontraba en el lugar porque ella con sus innumerables tareas de madre veía inhibida la mayoría de las veces la posibilidad de dejarla donde correspondía por lo que sorprendido quedé tras recorrer distintos sectores de la casa sin esperanzas y con el deseo de beber un vaso de agua hallé la huidiza agenda que yacía mansa sobre un pecheto en la heladera y entonces revisarla hoja por hoja buscando un pequeño volante en blanco y negro donde hallaría el teléfono de la puta panadería claro que habiendo pasado más de veinte minutos en todo el proceso mi espada enmohecida más deseaba un descanso que el fragor de una lucha que tendría perdida de antemano por eso y por muchas cosas más que no me anima contarte en éste momento

martes, 8 de marzo de 2011

A la mujer

Feliz día mujeres.
A las que se despiertan cantando.
A las que aman.
A las que dan la teta.
A las que cuentan cuentos.
Feliz día a las que sufriendo sonríen.
A las que con nada inventan un plato de comida.
A las que con un beso saben recibir a su compañero
cuando llega de la calle con los puños apretados.
Feliz día mujeres del mundo que luchan cada día
por hacerlo más convivible