lunes, 2 de diciembre de 2024

 Quién soy

No sé. 

No sé quién soy en realidad. 

Navego entre el abuelo de colores, siendo una pareja apacible, un padre cercano y de golpe no. Soy un asesino. Un ladrón. 

Un enfermo de pasión desenfrenada

Y mientras te arranco de las vísceras el cuchillo que te hundí ,te acaricio tiernamente. Con una canción de cuna. Con la luna en nuestros brazos.


Y te dibujo el arco iris en los labios para que te hamaques en cada color. 


Y vuelvo a cero. A la ciega ira del dolor atávico. 


A la amenaza de la era reptiliana. Y descreo todo de la vida ,de sus formas y tonalidades. Y todo es sepia. Todo es dolor enfermedad y muerte.


Sólo algún acorde me saca de ese hueco que tengo en el pecho. Que no me permite ser. Que me tiene vedado sentir y expresar. 


Pero por suerte el atardecer me devuelve el otoño, con su frío y sus imágenes cambiantes. El lento andar del sol va despidiéndose. 


Sus últimos rayos apenas me entibian éste gélido interior. 

Nada peor que teneme de enemigo.


Nada peor que mis pensamientos

ensañándose contra éste presente tan generoso como apacible.


Nada peor que mi propio desorden.


Que mi propia entropía.


Algún día sabré cual de los dos soy. Y seré mi mejor versión. Del asesino o del tipo bueno y valiente que por momentos parezco ser

lunes, 8 de enero de 2024


El abuelo


El sol resquebraja la tierra. El aire se ausenta.

Ni la sombra del aguaribay alcanzaba,

Por las hendijas de la persiana veo a mis viejos acatando la costumbre de la siesta.  

Transgredo la norma y salgo.

Bajo la sombra generosa de un alero mi abuelo lee.  

El tiempo se pone en pausa y hasta las hojas se aquietan. 

De pronto, entre espinillos y arbustos bajos, la iguana. 

La de siempre a esa hora.

Me impactaba y presentía su aparición. 

Ella no ignoraba que el abuelo dejaba un plato con agua a su lado. La iguana se acercaba y bebía.

Jugaban a no mirarse pero se sabían largamente. A ella le seducía la sombra y aliviaba su sed. A él, le atraía ese encuentro cotidiano. Finalizado su rito, ella se alejaba. Él, seguía enfocado en su lectura. Sin reclamos, aquella complicidad se renovaba verano a verano. Año a año. Ausencia tras ausencia.

Vive aun en mí cierta nostalgia recordando cuando el animal se marchaba. 

Intuía que con ella, también se alejaba mi niñez

 

 

 

lunes, 13 de febrero de 2023

Sus abrazos (Para Ame, Kaiu, Pooo)

Sus abrazos son lucesitas calmas como una nube. 

Con los brazos en mi cuello y sus cabecitas en mi pecho. 

Abrazos apretados. 

Que transmiten lo que dan y devuelven lo que siento. 

Cada abrazo es un universo de colores. 

Un estallido. 

Una estrella fugaz.   

Un torbellino. 

Abracitos irrepetibles. 

Como el tiempo. 

Como el agua de un río. 

Los abrazos quieren que nos mezclemos, nos fundamos, 

nos revolquemos en ese cuerpo a cuerpo sin tiempo. 

Que sientan que nuestros corazones laten en cada abrazo. 

En cada momentito que tenemos.  

Abrazos de ojos cerrados con olor a hogar y gusto a caramelo. 

Los abrazos son besos del alma que desesperan, 

hasta el próximo abrazo que necesito justo ahora 


sábado, 28 de mayo de 2022

Polito

Entonces volé y te hundiste en mi pecho

de un abrazo.

Moviendo tu cabeza sobre mí sin saber si te dormías.

Imaginando mientras sueños de pelota

con la magia de tu zurda 

y esos ojos celestes, que son suyos. Re celestes. 

Como el cielo que refleja soles en tu pelito rubio,

Polito mío. Cuerpito frágil de cristal bebé tan grande

que ocupas mi pensamiento en momentos como ahora, como ya, 

como con frío de agosto.

Para abrigarte con mis brazos 

que se estiran por cubrirte.

Dulce espera inquieta la mía.

Por llevarte a la cancha.

Por ponerte la celeste y amarilla

Surfeando con acordes de guitarra Polito mío

ya te espero cuando quieras conocerme.


Kaita

Cuando en febrero sus miradas se cruzaron,

el amor estalló y fuiste vos, Kaita.

Entonces la alegría iluminó los días

y traté de imaginar

cómo será tu sonrisa?

Qué senderos te trajeron hasta acá?

Te percibo revoltosa, impredecible.

Deseando tu llegada, te espero. En calma. A tu tiempo.

Con esos ojos saltarines. Mezcla rara de bebé y de cohete a la luna . 

Eso serás. Un caudal. Un torrente desbocado.

Un río revuelto. Una flor silvestre.

Corriendo como un rayo hacia donde quieras. 

Divertida. Amiga. Encantadora. 

Qué color tendrá tu piel? qué te hará reír o te pondrá triste?

Quiero tenerte, cantarte, dormirte. Quiero que seas libre.

Que rías a carcajadas. Que cantes fuerte. Que no pases desapercibida. 

Kaita vení. Cuando tengas ganas. De madrugada. 

Saliendo el sol en la orilla de tu playa. Con bicis de colores

tu Tablita de surf y el palo de hockey.

Entonces serás afuera por fin. Los tres juntos.

Cuando quieras llegar.

Cuando quieras romper el cristal del perfil de la Victoria


sábado, 10 de octubre de 2020

 Amelulu

Cuando abril empuje a marzo hacia el pasado

y los bosques se despojen de sus hojas,

la novena luna golpeará la puerta y la vida seguirá,

pero distinto.

Cuando abril empuje a marzo hacia el pasado,

tropezará el verano e irrumpirá el otoño coloreando.

Entonces, invadirás mi pecho y mis ojos y mis manos.

Y se formará un hueco en mi hombro izquierdo 

donde apoyes tu cabeza con sueño de canción de cuna.

Y te contaré cuentos que le conté s tu viejo y te cantaré canciones

que allá lejos le canté. 

De colores de pelota o de sueños de muñeca.

Y lo que tenga que ser, será. Sabrás solamente vos cuando hacerlo.

Entonces parará el mundo y el reloj no marcará las horas

y la hojas del otoño detendrán su vuelo.

Tendrá pereza el almanaque algunos días. 

Será todo tu llegada. Y habrá pasado la tormenta.

Cuando quieras. Cuando tengas ganas que amanezca.

Miércoles  de trabajo

 

No tiene horarios, con lo cual, la salida es aleatoria a la mañana. Abre el portón. Se va. Lento. Saluda al  jardinero. Se cruza con algún vecino. Enciende la radio. Música y noticias. No tiene el TOC del volumen par. Le da lo mismo.

 Mientras tanto, la panamericana se ve cargada. Habitual. Pasa el primer peaje con el pase. Trabalenguas. Transgresiones irrelevantes. Carril derecho llevando el ritmo en el volante. Los carteles verdes pasan como la vida. Descorteses. La General Paz hasta el tope. Toma el tránsito pesado, raramente vacío. Y cae a la Lugones cuidando la velocidad. Las putas multas, piensa. Despacito hasta la Illia. 

Pasa. Se enreda con los ojos de la chica de la casilla. Costumbre machista aporteñada. Vuela hacia su adolescencia en el cole cuando con algunos compañeros,  daba clases para adultos en un galpón. Ahí en la villa 31. Cuando eran pocas manzanas. Los preparaba para un examen que a fin de año tomaba el ministerio de Educación. Educación, piensa, hubiera sido una buena idea. Pero la urgencia y la voracidad por el poder la dejaron de costado. Como una máquina de coser vieja. 

 Arroyo, y  por Suipacha  “toboganea”  hacia el bajo. Cuándo terminarán el Subte en vez de seguir con que la guita es de La Nación, de la Ciudad, de La Nación, de la Ciudad, Nación, Ciudad, naciónciudadnaciónciudad…nadie sabe.  Mezquindad de la política divorciada de la gente. 

Llega. Da paso a un peatón que camina descaminado. Aturdido. La maldita vorágine. 

Ahora lo devora la garganta del edificio. Estaciona finito entre dos autos. Con anteojos y llaves en la mano espera al ascensor. Piso 28. El más alto. Un par de “buenos días “al azar o a destiempo. Abre la puerta. Le pide un café a Sofi. Sube al segundo piso de la oficina. Enciende la compu.  Exhala. Mira el río. Esa vista colorida del Río.Una de las escasas excusas para seguir bancando el aguijón adverso de éste gris.