Ciudades
sin corazón
Cae lenta la tarde. El sol ilumina los pisos
más altos. El resto de la ciudad en sepia.
Es un enjambre de cuerpos y almas pujando por llegar a no sé dónde. Maletines
y carteras se ignoran. Zapatos, zapatillas y sandalias, caminan frenéticos. Cada
historia se enhebra con otras formando
un ovillo desprolijo. No se conocen. Se miran y aman. Se miran y odian.
Dependiendo del cadacualismo. En el medio del marasmo estoy. Desconectado.
Desmembrado. Con la mirada fija en mi mano derecha y la otra mano olvidada. Con
aspecto de no saber qué. Siento chorrear sangre por mi espalda. Mía o ajena. Me
derramo transitando sobre cerebros que todos pisan sin
advertir. Con mis brazos desbrazados. Entre un aquí y un ahí circular. De
vuelta a nada.
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