lunes, 18 de diciembre de 2017

Otra Final

Llegás a otra final. Lo que nunca viví como jugador. Pero si como padre. Lindo. Muy lindo. Mucho trabajo. Mucha gente que creyó. Que nos enseñó. Pero qué importa? Si es sólo un juego? Tampoco vamos a hacer un tango de ésto. Y seguís caminando en la catedral y te cruzás con Emilito y con Maria Comotto con sus hijos. Y decís que suerte que lo puedan vivir. Pero entonces? Por qué? Nada. Una boludez. Un partido. En la catedral. Contra la dignidad de El Tala. Que hizo 700 y pico de km para venir. Que le pusieron huevos todo el año. Colorido. De blanco y negro por el lado de El Tala y de celeste y amarillo. Porque los pibes laburan. Salen de noche a llenar las palmeras de la 202 con carteles de Hindú. Pero no entiendo... y los chicos cortan cañas en el club y hacen banderas. De celeste y amarillo. Pintoresco. Y te vas al CASI con los amigos. Y comés algo.  Todo bien. Entonces por qué?.. nada, una huevada. Un partido. Otra final. Donde hay pibes que entrenaste. En el rugby infantil. Hace tiempo. Y no eran nadie. Y los llevabas. A Rosario. A Córdoba. A Tucumán. Y los ves hombres. Algunos casados y con hijos. Pero entonces?... Un partido. Una boludez. Todos ponen. Todos tacklean. Todos quieren ganar. Y los de negro y blanco alientan. Y los de celeste y amarillo también por eso, por lo simple no entiendo... casi una cosa de chicos. Y anoche me llamaron los pibitos de la 26 que estaban cortando cañas en el golf para hacer banderas. Y la puta! No querés pero te emocionás. Pero que bobo! Es un partido de mierda! Con las cosas que pasan! Mirá si te vas a preocupar por un partido! Pero no entiendo ... y empieza. Y pasan cosas. Y metés unos puntos y te empatan. Pero a quién le importa? A nadie. Quien se va a emocionar por unos trapos celestes y amarillos? Y empieza el segundo tiempo. Y vos tranquilo. Total...es un partido de rugby. Y no entendés...y el tiempo pasa y puede ganar cualquiera. Y si ganan ellos lo merecen. Total, es un partido de rugby. Pero entonces .., no entendés por qué te ponés a pensar en tus maestros. Y por qué pensás en Emilio y en Comotto. Y mirás el reloj. Y pensás en que también jugaste con esos colores. Y que el tiempo pasa. Y bueh! Tampoco es para tanto! Pero pensás en tus amigos. En tus cuatro hijos que están en la cancha aunque uno está jugando. Y medio que se te estruja el corazón. Y mirás el reloj. Bueno! Una final disputada. Peleada. Y no entendés... y pasan unos minutos y Anselmi el referí da por terminado el partido. Y ganaste. Y entonces ahí si te das cuenta todo el laburo que fue. Los años que pasaron. El esfuerzo que hicieron los pibes y Nico Y Manasa y el Ruso. Unos titanes. Y saltás la baranda. Y llorás como un chico. Por los que laburaron. Por el esfuerzo de los pibes. Y por el Gonza y por Luisito Dacharry. Y por los que están y los que no. Y el llanto se hace celeste y amarillo. Porque te querés abrazar con todos. Por todo lo que pasaste. Y agradecés a la vida haber jugado éste juego. Y tener tantos amigos. Y por tu compañera que es celeste y amarilla también. Y por tus hijos de Hindú. Y hasta mirás al cielo. Ese cielo vacío. Donde no habita nadie. Donde Dios no existe. Pero allá arriba te parece ver al tío Emilio y al tío Comotto que te hacen un guiño. Y aunque sos veterano té siguen viendo como a un pibe. Y te dicen seguí. En el sentimiento está la verdad. En la pasión. Y querés pintar el mundo de celeste y amarillo.